Proceso de dibujo para una roca
- adrianiraca
- 21 abr
- 1 Min. de lectura
Intentar dar con las palabras adecuadas o con los trazos precisos; procurar nombrar, describir, expresar o comunicar lo que me llega a través del aire a los pulmones, y ser distribuido hacia los ventrículos, para luego pasar por las válvulas, hasta llegar a la aorta. Aquí es el segundo lugar en donde se ancla la idea, el sentimiento o la emoción que inició en los pulmones para finalmente dar paso a este proceso cerebral que me tiene escribiendo, dibujando y materializando sobre un papel la dialógica abstracta que existe entre mis vísceras.
Las manos no siempre entienden bien las palabras o las líneas que mi mente quiere trazar. Por lo tanto, casi siempre empiezo simplemente a rayar y borrar, rayar y borrar, hasta que poco a poco algo empieza a tomar forma. Casi nunca obtengo los resultados esperados, sobre todo cuando mis pulmones y el corazón son los que mandan: porque son exigentes, inconformes, ambiguos y además tienen muy buena memoria. Por eso no se conforman fácilmente con las propuestas iniciales que expone el cerebro, porque la mayoría de las veces olvida las instrucciones de las vísceras, siempre se distrae fácilmente por estar mirando y escuchando lo que pasa afuera, y confunde las peticiones de los que mandan adentro.
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